Recuerdo que una persona suspiraba al decir que le gustaría ganar “suficiente” para no estar en aprietos económicos. Mi pregunta (interna, por supuesto) fue: ¿cuánto es “suficiente”? ¿ganar el doble, el triple…?
A muchos que conozco no les gustar la palabra ahorrar. Bueno, tal vez no la palabra, sino el esfuerzo que implica. Básicamente, para ahorrar debemos tener un orden de prioridades. Leí hace mucho tiempo (bueno, no tanto) que la clave está no en la cantidad de dinero que recibimos sino cómo usamos ese dinero; y en cuestión de ahorrar, está en saber por qué o para qué se ahorra. Y ahorrar no sólo implica dinero, también esfuerzo y tiempo, la vida misma. De ahí el dicho que "el tiempo es oro". Te contaré una historia que aunque no me la sé de memoria dice más o menos así:
Se encontraba un pobre pescador que vivía en una isla, terminando su jornada de trabajo y acomodando su barca a la orilla de la playa, cuando un hombre muy bien vestido que estaba de visita en ese lugar, se le acercó y le dijo: “es muy temprano para que termines tu trabajo” ¿Qué haces después de trabajar?”. El pescador le dijo: “Voy a casa, estoy con mi familia, comemos juntos o hacemos algo juntos, pasear o visitar a los amigos”. El hombre le dijo: “Si trabajaras más tiempo tendrías más dinero”. “¿Y para qué quiero más dinero?”, contestó el pescador. “Bueno, pues con ese dinero podrías comprar otra barca, contratarías a otra persona y tendrías el doble de ganancia, así podrías comprar más barcas y en poco tiempo tendrías una flotilla de barcas y pescadores trabajando para ti, eso haría que tuvieras más dinero, pudieras ir a una gran ciudad y levantarías una empresa donde serías el dueño y ganarías mucho más dinero”. “Pero, ¿pero para qué quisiera hacer eso?”, contestó el pobre pescador. “Pues eso te haría un hombre rico, con el tiempo podrías tener tanto dinero que cuando llegues a viejo, comprarías una casa de playa en una tranquila isla y estarías con tu familia, podrías pasear o visitar a los amigos sin preocuparte”. El pescador se rascó la cabeza, “¿Y para qué espero a que sea viejo si ya tengo todo eso?”.
Coméntame qué te ha parecido mi cuento.