Se colocó el delantal y empezó a fregar la loza con la misma fruición con que algunos creyentes practican la penitencia: con la conciencia de que lo hacen por castigarse. Por mi culpa, por mi culpa, por mi grandísima culpa…, y siguió fregando. De este día no pasaría, se lo diría sí o sí. Por la tarde ella estaba pelando guisantes en la cocina bañada por la luz del atardecer. Miraba absorta cómo ...
Cocina con Vistas
Andrés lanzó dos impactos al aire, en direcciones opuestas, un-dos, y bostezó. Le gustaba despertar con la algarabía de los gorriones que, por fortuna, habían anidado justo encima de la ventana de su cuarto y se levantó con un ánimo casi, casi inmejorable. Lentamente, con los pasos suaves y ligeros que los setenta años le habían colocado, llegó hasta la cocina y recibió la taza del eterno café osc ...
Esta es una crónica de pasión y muerte. Cuando Argimiro nació, la prostitución era en su ciudad un negocio todavía caótico, pero potente y en vías de florecimiento. Unos años después, como quince o diez, ante el auge de la ramería, el alcalde creó un departamento especial, encargado de controlar y supervisar la venta de caricias. Así nació la Casa del Servicio de Higiene y Salud, donde eran atendi ...
La última patada que la vida le dio a Marta la ubicó directamente en un pequeño pueblo, de esos de interior, mejor diría que de un profundo interior de vértigo. El pueblo es tan joven y tan pobre que no tiene leyendas, fantasmas ni historias remotas. No cuenta siquiera con un cementerio, propicio a los aparecidos, y la santa de la iglesia jamás realizó ningún milagro memorable, tampoco ninguno ...
La brisa suave y casi imperceptible de esa mañana bate a penas la tela extendida entre dos árboles del paseo, cuyo mensaje dice Podrán cortar todas las flores, pero nunca detendrán la primavera, y el hombre que está parado frente a ella y lee la vieja consigna, piensa en las velas de un barco, que aguardan vientos favorables para zarpar y no puede por menos de recordar la frase de su viejo amigo: ...
Palmira estaba ansiosa y no tenía oídos para la suave música que salía del aparato que Miguel había decidido que sonara siempre entre los botones, puntillas, agujas e hilos de colores de la mercería El Porvenir. En ese instante la mujer sólo pensaba en las veleidades de n destino que la había llevado de la casa paterna allá en los campos del sur, en cuya puerta solía sentarse las tardes como ésta, ...
La casa de la calle Esperanza número diecisiete ya no existe. Sus paredes, lamidas por el tiempo, el abandono y las lluvias de uno tras otro abril, tuvieron al fin grietas insalvables, y la casona, antes aristocrática y ventilada, lanzó sus últimos gemidos en el acto irreversible de la demolición. Cayó vencida, con pena y sin gloria, como unos años antes, en uno de los más calurosos veranos, murie ...
Una visita a Ángeles es un regalo para el corazón, pasar un rato con ella, escucharla hablar de sus muchas anécdotas, unas más alegres que otras, es una caricia en el alma. Ángeles es una mujer de palabras precisas y preciosas. Ha hablado de su padre, era increíble, dice, aún en los tiempos más difíciles, cuando las labores del campo le exigían su presencia y dedicación diaria, siempre tuvo tiempo ...
Cuando Federico llegó por primera vez a este pueblo pescador, la piel de sus pies era tan fina que el solo contacto con la arena caliente le producía violentos escalofríos. Entonces tenía apenas ocho años, pero en el estómago llevaba un hambre de adulto y en la mente la más remota decisión de su vida: hacerse pescador y poder ganar unas monedas con las que tranquilizar sus ruidosos jugos gástricos ...
Detrás de todo personaje, siempre se esconde un hombre. Un hombre al que acompaña una mujer y que, como los demás, siente el paso lento de las jornadas sin esperanza o el ritmo arrollador de los días felices; un ser que ama y sufre, duda y se recupera. Y en ocasiones, los hechos, las decisiones y las actuaciones tienden a borrar con su peso la imagen del hombre que va detrás de ese personaje. En ...
Desde que Juan se trasladó de su pueblo a aquella pequeña capital de provincias habían pasado muchos y largos años marcados por la nostalgia, los mismos que le tomó llegar a aclimatarse a los ruidos exultante de una ciudad que se erguía sobre la algarabía. Muy pronto había descubierto que allí todo se trataba y resolvía a gritos, todo rechinaba por el óxido y la humedad, los perros ladraban con o ...
Esa mañana, la ciudad disfrutó de uno de los días más espléndidos de sus breves y apenas templados veranos. Aquella luz de plata, matizada por los reflejos des sol en el mar, se regocijaba en su encuentro con los jardines donde, alentadas por el calor y la luminosidad, se desplegaban orgullosas las más diversas flores compitiendo por alcanzar los más insólitos tonos de la escala cromática. Pero a ...
A Teresita le gusta la cocina de sal porque, según dice, siempre se puede rectificar y arreglar. En cambio, la cocina de dulce asegura que es milimétrica, como una ciencia exacta. Teresita es adicta al chocolate, según cuenta, lo probó cuando apenas tenía seis días de vida, y desde entonces no se han separado. Fue durante la primera comunión de su prima Rosalía cuando en medio de la celebración su ...
Mientras vagaba a solas, respirando la brisa amable del mar, Miguel soltó las amarras de su nostalgia por el mundo perdido. Miró hacia su pasado y vio a un Miguel pleno y satisfecho, libre como solo lo puede ser un hombre que actúa, vive y piensa de acuerdo a su conciencia. Así llegó hasta el restaurante donde habían quedado, vagando y mirando al pasado. En el transcurso de la comida, agotada la ...
Fernando pensó que, en verdad, podía considerarse un ser muy afortunado: le faltaban miles de cosas, le habían robado cientos, lo habían engañado y manipulado, el mundo entero se iba al garete, pero todavía él poseía cuatro tesoros que, podía considerar los mejores premios de la vida. Porque tenía buenos libros para leer, tenía unos amigos a quienes abrazar, con quienes se podía emborrachar y solt ...