Hola de nuevo.
Lo primero, me gustaría pedir disculpas a los seguidores que siguen siéndolo, a pesar de todo, y lo segundo dar las gracias a los que han seguido visitando el sitio, que no han sido pocos, aún a sabiendas de lo que se iban a encontrar estaba escrito hace, lo que para mí ha sido, media vida.
Todo empezó como un año sabático que me pedía el cuerpo y que acabó siendo un parón biológico de casi dos años. En este tiempo han acontecido anécdotas dignas de contar y otras, las más, que os hubiesen aburrido sobremanera pero que me ha llegado el momento de esparcir al mundo.
Aunque hayan sido un par, alguien se habrá preguntado el por qué de mi desidia y desgana hacia mi tan querida página cuenta vidas, y es por eso y porque ha llegado el día en que me siento preparado para daros a conocer esta última etapa en mi vida, que me ha tenido separado y alejadísimo del mundo virtual que tanto me ha satisfecho estos últimos años de mi existencia.
Al lío, que el mono lingüístico me puede echar a perder y los cerros de Úbeda, acechan a cada tecla.
De todos los que me conocéis, sea por medio verbal u oral o a título personal, es sabida la pasión que gasto por mi trabajo, orgulloso y agradecido de desarrollarme como persona haciendo lo que todos desearían, dedicarse laboralmente a algo que les satisfaga plenamente. Pues bien, siempre me he jactado de mi tremenda suerte y, parece ser, que el destino ha querido darme una cura de humildad por tamaña arrogancia vital.
¿A que se debe semejante desazón?, os animo a que os preguntéis… pues bien, en realidad la historia empieza a tomar forma hace más de cinco años cuando me diagnosticaron una enfermedad de esas autoinmunes degenerativas, fíjate que tontería que el cuerpo se defienda de él mismo como si le fuera la vida en ello, pero sí y poco a poco, ahí empezó mi lucha interna a nivel biológico y por ende, la externa en el resto de niveles habidos y por haber.
Ya había comentado en alguna ocasión de dolencias y de lo castigosas que me resultaban determinadas labores, y es que ando arrastrando desde hace veinte años una lesión vertebral lumbar (llámala espondilolistesis), degenerativa y hereditaria que, a duras penas y a trompicones, me han dejado hasta hace relativamente poco y de malos modos, seguir haciendo lo que me ha dado casi la gana. Operado de la cadera, ésta es otra de suma y sigue, me dijeron de que mis funciones físicas debían limitarse a breves paseos sin cargas excesivas, nada más lejos de mis pensamientos ni de mi culo inquieto, así que asiendo fuerte las riendas, me cuadrangulé de musculatura y pude hacer deporte y seguir lidiando con sofases tamaño barco, entre otras. Os comento esto para dejar constancia de mi forma de ver la vida y afrontarla, soy de los que que piensan que mientras haya aliento, hay que seguir pataleando.
Luego fueron sumándose a la fiesta de Cómo joder al tonto este, lesiones tendinosinoviales, palabro para la RAE de mi parte, de diversas hechuras y facturas. Los dedos, muñecas y codos, fueron los primeros en asomar el morro reclamando infiltraciones regulares y apósitos de neopreno y velcro para seguir funcionando, todo esto aderezado con pastis, no de colores y dibujitos, pero sí de tamaño y composición dispares. Cada jornada y cada vez más, los refuerzos necesarios me hacían parecer un luchador profesional de King Boxing en estado terminal, más que un tapicero vulgar, aderezado de sustancias que harían dar positivo hasta a los electrones. Sin demora, se sumaron al wateke las cervicales, y metidos en materia, mejor andar mareado sin necesitar los favores de la absenta… eso que me ahorro en bebidas espirituosas.
Bueno, hasta aquí el cuadro clínico permisivo que me dejaba, a regañadientes , cierta movilidad y calidad de vida, no sin un gran esfuerzo mental que se desgasta a día vencido. Con esto dicho y padecido, es cuando emerge (seis años atrás) la tara más devastadora hasta el momento, la artritis reumatoide… de los cojones, añado.
La travesía por los pesares no ha sido cómoda ni llevadera pero, aprovechando la lucidez que me proporcionan los relajantes, puedo dormir seis horas aprovechadas y argumentar conscientemente, disipada la nebulosa mental. Conociendo a mis hemisferios pensantes, sabía que era cuestión de tiempo, eso sí, indefinido, que todo volviera al cauce normativo.
El primer paso de cualquier enfermedad incapacitadora es la aceptación, fase que no creo poder superar en mucho tiempo, y que me sigue suponiendo, una ardua lucha contra el continente del alma, y es que hasta ahora, no sabía lo que significaba estar preso en tu propio cuerpo y mucho menos, saber llevarlo con entereza. Se hace complicado que una mente inquieta se vea mermada del aparato locomotor, imposibilitando las labores básicas de cualquiera con ámbitos de lo que sea, y es que han tenido que pasar más de cinco años para hacerme hincar las rodillas… aún con todo, sé que me quejo de nimiedades, hay casos que verdaderamente padecen de esta injusta pérdida corpórea en su totalidad y a todos ellos pido perdón por mi desfachatez, pero, en la justa medida, estoy incapacitado y privado de la calidad de vida de la que me jactaba disfrutar, y tal vez de tanto presumir de la suerte que me sigue acosando, el destino ha querido bajarme los humos… dejo constancia de que no lo va a tener fácil, me cubren las espaldas una larga lista de gentes repletas de humanidad.
Es en este punto, es donde agradezco de forma perenne haber conocido hace más de treinta años a la que hoy es mi esposa y madre de mis dos fantásticos hijos, que me sigue facilitando acarrear con la carga, sin ser tarea fácil, ya que, tampoco he sido fácil de llevar ni de crío. Esparzo agradecimientos al resto de la familia y mis súper amigos, que han sabido evitar que me convirtiera en una bola difícil de tragar…o eso me hacen creer o_O
Creo que un segundo paso inevitable para la convivencia con este tipo de males (y maldades) es la adaptación, más que nada porque no te queda otra. Ya te haces a la idea de que trabajar en tu oficio es una tarea imposible y como ésta, cualquier otra en la que manejes el cuerpo. Atrás queda dar una vuelta a la manzana sin acabar cojeando, ni que decir tienen de los paseos transpirenaicos, los partidos de lo que sea, las sesiones de lengua apostado en una barra haciendo movimientos repetitivos alzando el peso de la jarra de cerveza, que, por cierto, hace tiempos que no cato por incompatibilidades farmacológicas. Tan atrás como las sesiones maratonianas de futbolín o sujetar de pinza un plato lleno sin la pérdida acuosa por los lagrimales y la merma de la autoestima consiguiente, ya ni te cuento de abrir botes como solía, que era el recurso de cualquier atasco y ahora tengo que suplicar asistencia, yo, que plegaba las chapas de las Ámbar a dos dedos y me jactaba… creo que el karma está jugando sus bazas, con saña.
No quiero dar pena, además, siendo consciente de que puedo acabar dando grima de tanto lloriqueo, pero que sepáis que es pataleta tanta verborrea y que semejante prosa me está dejando las manos con menos aprovechamiento que una femera en mitad del desierto, apuntillo que en cada receso que me he tomado, me ha costado enderezar la bisagrera treinta pasos, como para persecuciones policiales me hallo…
Ahora ya sois partícipes de mis maquiavélicas sinapsis y el por qué del desdén para promulgar al viento mi situación, pero necesito afrontarlo y pasar una página que me está costando leer una eternidad, y una forma, a mi parecer (que no la única), es hacerlo público más allá del círculo de confianza.
Laboralmente y como habréis imaginado, ha supuesto una jodienda de dimensiones considerables, teniendo que rechazar ofertas anheladas y posponer para cutio planes y sueños. Creo que las Divinidades me están mandando sutiles mensajes en forma de ostiazos para colocarme en mi sitio, que aún no sé cual es ni para cuando se me espera. Mientras tanto, andaremos el camino aunque sea a trompicones y seguiré publicando, muy a vuestro pesar, para que no se me olviden los últimos treinta años como Tapicero, que tengo material de archivo al que dar salida… y que formatear mi disco duro, que lo que venga, bienvenido será ;)
Un saludo y hasta pronto.
Fuente: este post proviene de Sinapsis de un tapicero , donde puedes consultar el contenido original.
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