Una nube de polvo a comenzado a formarse allí dónde se crea el vértice de los árboles del camino, cada vez es más grande y comienzo a escuchar el sonido de un coche a toda velocidad ... Mi corazón comienza a latir como si quisiera salir de mi pecho, mi respiración se acelera. En su cercanía, el vehículo descapotable va aminorando su marcha, dejando atrás la estela polvorienta y árida del camino, hasta detenerse junto a mí. Sus ojos negros y brillantes me sonríen, se han clavado en los míos y su sonrisa blanca resplandece en todo este paisaje gris, blanco y negro. No dice nada, yo tampoco. Sólo sé que la espera ha terminado. Me he subido a ese coche y nos hemos mirado sonrientes sabiendo en nuestros corazones que la espera se ha terminado. No recuerdo su nombre, tampoco el mío. No sé a dónde voy, pero me he cogido a su brazo y he apoyado mi cabeza en su hombro y he vuelto a tener esa extraña sensación de certeza. El conduce a algún lugar al que iremos juntos, no hablamos pero sí nos miramos y sonreímos. No sé a dónde voy, sólo sé que recostada en su hombro estoy en casa y nunca querré moverme de aquí.
La espera
Una nube de polvo a comenzado a formarse allí dónde se crea el vértice de los árboles del camino, cada vez es más grande y comienzo a escuchar el sonido de un coche a toda velocidad ... Mi corazón comienza a latir como si quisiera salir de mi pecho, mi respiración se acelera. En su cercanía, el vehículo descapotable va aminorando su marcha, dejando atrás la estela polvorienta y árida del camino, hasta detenerse junto a mí. Sus ojos negros y brillantes me sonríen, se han clavado en los míos y su sonrisa blanca resplandece en todo este paisaje gris, blanco y negro. No dice nada, yo tampoco. Sólo sé que la espera ha terminado. Me he subido a ese coche y nos hemos mirado sonrientes sabiendo en nuestros corazones que la espera se ha terminado. No recuerdo su nombre, tampoco el mío. No sé a dónde voy, pero me he cogido a su brazo y he apoyado mi cabeza en su hombro y he vuelto a tener esa extraña sensación de certeza. El conduce a algún lugar al que iremos juntos, no hablamos pero sí nos miramos y sonreímos. No sé a dónde voy, sólo sé que recostada en su hombro estoy en casa y nunca querré moverme de aquí.
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