A los 18 años me hicieron escoger una vida, me decanté por periodismo por el hecho de poder escribir sobre lo que quisiera. Cursé una carrera “vacía” donde lo más importante era que cada profesor se luciese sin esperar ningún feedback. Bueno, no en todos los caso. Tuve un profesor que me marcó muchísimo, Xabier Arkotxa, a quien aprovecho para decirle GRACIAS si en algún momento se busca a Google y lee esto. Por todo y por nada, por hacerme querer la profesión sin querer ser periodista.
Porque aquí donde me véis, nunca he querido ser una periodista de medios de comunicación, o al menos no de los convencionale: radio, prensa, televisión. Sí que me encantaría escribir en una revista, participar en un programa de televisión/radio desde el guion, etc. pero nunca como la idea que tenemos del periodista. En mi pueblo, Alguaire, aún hay quien espera verme en la televisión algún dia… si no es que mate a alguien, lo siento pero nunca apareceré en ella.
Bueno, la cuestión es que me considero una persona creativa, social, soñadora y emprendedora… sin ningún proyecto claro para emprender. Muchas veces pienso fríamente que soy lo suficientemente espabilada para hacer muchas cosas pero a la vez no me considero nadie para hacerla, o no tengo la suficiente fuerza para llevarlas a cabo… porque, sí, soy social, creativa, soñadora, emprendedora… y tengo depresión.
Hoy he leído que es el Día Mundial de la Salud Mental y, como pasa en la mayoría de los “Días Mundiales de” creo que no hace falta dsetacar un hecho un día en concreto cuando los 364 días restantes se ignora. La salud mental es algo que descubres cuando eres adulto, cuando a nivel de salud física estás bien (analíticas y todo) pero no tienes ganas de vivir. Pero, ¡HEY!, cuando hablo de ganas de vivir no significa: me quiero morir. NO. No tengo ninguna intencón de morir, pero sí que muchas veces (por no decir siempre) estoy en conflicto conmigo misma porque no tengo suficientes fuerzas para hacer una cosa tan cuotidiana como salir de casa.
Pero, ¿sabéis qué? Estoy aprendiendo mucho de mi depresión y de la gent que la vive conmigo. Porque gracias a ella aprecio mucho más a las personas que me rodean, que están conmigo y así lo hacen todo: estando conmigo.
Además, me enorgullezco de ser una persona muy motivada que crea mil proyectos al segundo con los que se obsesiona hasta el punto de hacerse pesada. De hecho, durante mucho tiempo no he escrito en este blog porque estaba esperando que la página fuese perfecta pero ya me he cansado.
Pienso seguir escribiendo, a persar de que nadie me lea, así que a la pregunta del titular “¿por qué sigo escribiendo si nadie me lee?” sólo puedo responder: porque me hace feliz.