El corazón de la mosca (...) Hoy no vuela. No puede, no tiene fuerzas. No mientras se delibera en su cabeza una batalla campal entre los hilos corruptos del destino y la cara más sensible de los planes. De todos los planes. Por eso se despertó con odio interno. Hoy lo odia todo, y lo odia de adentro hacia afuera. Odia habérselo creído tanto. Odia haber creído. Odia esto. Romperse. Romperse. Odia v ...
Blog de LudeLuciernaga
El corazón de la avispa Siente su saliva ácida, está contaminada. Con la cabeza contaminada. Contaminada por forzarse. Forzarse a elegir y no a sentir. Luciana Salvador Serradell
El corazón de la mariquita Entre linda y lindísima. Entre desgraciada y desgraciadísima, así delibera su peor batalla. Esa situación que no la deja dormir, que no la deja en paz. Que la paraliza. Ahí está. Así. (?) Se queda quieta. Perdiendo los papeles. Desdibujándose cuando los pensamientos que no quiere que le vuelven a ocupar la cabeza. Y aunque lo intente poner todo en blanco, no puede. Y así ...
El corazón del escarabajo (...) Patas arriba y la cabeza hacia abajo perdiéndolo todo. Lo de los bolsillos y los pensamientos que se desbarrancan cuando el postulado cartesiano que me tienen en quiebra también se invierte, y lo hace en una declaración de principios que me deja a la izquierda. A la izquierda y patas arriba (...) Existo y luego pienso, hoy me defino. Luciana Salvador Serradell
El corazón del bicho bolita (...) Voy a enroscarme. Sujetarme las piernas, los brazos y esconder la cabeza hasta estar segura, segura un día de querer soltar. (...) Soltarte el corazón. Luciana Salvador Serradell
El corazón de la cucaracha (...) Voy a quererte hasta que no tenga con qué. Hasta que tenga que inventarme un invento para llegarte más adentro. Tan adentro que pueda tocarte. Que pueda quedarme. Luciana Salvador Serradell
Oleg Oprisco Qué exquisita melancolía saber que no te querré nunca más. Nunca más a partir de hoy. Nunca, asintió Marina en el metro de las tres. Y que puedo al fin desajustarme con dolor cada uno y todos los pensamientos recurrentes, esos que me obligaban a atarme a tu quererme, a tu siempre quererme malo. Qué exquisita nostalgia saberte perdido mañana en un recuerdo que hoy entierro ahora y acá ...
Alfonso de Castro Alicia vive feliz en el país de las maravillas, en un rincón del Gran Buenos Aires. Se despierta en Ciudad Evita, en un castillo fantasma de chapa y cartón. Acumula 13 veranos sin sol pero parece no importarle la falta de recreo, de un chapoteo inocente, de una mano que la sujete y que cuando lo haga, lo haga fuerte. Hace un rato largo que Alicia cambió vacaciones por terremotos ...
Sere Verde Hay un escenario en el que dejé de actuar cuando la lluvia me hizo resbalar y de tu mano me tuve que soltar. Hay un espectáculo que no es el mío cuando entras a tu casa y está ella y yo no estoy. ** Y una película que es sólo tuya y no me tiene. Y pensamientos que tampoco, esos que son despacio y fugaces y te duran una vida como la mía que es de sal y ya tuya de azuzar y el mar que nos ...
Demian Dupuis Hoy voy a recorrerte por donde nadie te tocó, dijo Laura. Tengo tacones, los señaló. Tengo razones, se peinó el pelo. Tengo ganas y te tengo ganas, y se tocó ahí. Adentro. Y si de tanto tocarte, te corres, dijo Laura. Volveré a probarte el lunes que viene antes de la hora del té. A las cinco y media. El miércoles y sólo si sale el sol, voy a caminarte la sombra que hace tu cuerpo ...
Tim Walker Hola, Soy Mei, la vecina de abajo. Quería decirte que vivo en tu mismo mundo, justo un piso más abajo, y que escucho cuando cambias los muebles de lugar los lunes antes de salir, y los vuelves a acomodar el viernes antes de dormir. Vivo también en ese silencio que corta todo el ruido que entra de afuera y no te pertenece, no nos pertenece. Hablo sola no siempre, sólo de vez en cuando, ...
Christian Coigny Y si te descosiera el corazón del pecho y lo guardo en un frasco de aceitunas vacío en mi cajón de los corpiños, ¿querrás quedarte? Si rocío con mi perfume todos los recuerdos que tienes guardados y los prendo fuego cuando no te des cuenta, ¿empezaríamos de nuevo? Y si me corto el pelo y te ato a las patas de mi cama y te obligo a mirarme, ¿me entenderías? Si te desnudo ahora y ...
Alexandra Sophie Qué tal si un día dejo de escribir y me prendo fuego en un papel de celofán, pensó Aroa. Qué tal si me termino creyendo una de esas historias que siempre te cuento, que siempre digo, que nunca escribo. Qué tal si dejo de pensar en mis qué tales y te pregunto qué tal vos. Si no me subo al tren mañana por la mañana y dejo de usar la misma dirección. Pero no se lo preguntó. Qué tal s ...